Mi nuevo libro: "Te lo llevaste todo, menos lo que dolía"
A finales de mayo de 2019 saldrá mi cuarto libro titulado 'Te lo llevaste todo, menos lo que dolía', es una recopilación de relatos y microrrelatos. Aquí os dejo dos relatos que se pueden encontrar en el libro para ir abriendo boca. Si os gustan y queréis un ejemplar, podéis pedírmelo a esta dirección de Correo electrónico: brianaguilar.sanchez@gmail.com y hacer la reserva del mismo para que, cuando salga, seáis de los primeros en tenerlo. Todos los libros reservados antes de la publicación, tendrán dos relatos inéditos escritos a mano.
Espero que os gusten mucho, un saludo a todos.
La
pieza que falta para acabar el puzle
Busco
la pieza del puzle que un día perdí al montar mi vida para mostrársela a alguien
y al desmontarla cuando ya no quiso saber nada. Debe estar perdida en alguna
caja de otra vida a la cual le sobra. Anduve
tan perdido que traté de encontrarla allí donde me había dado cuenta de que me
había perdido. Traté de recuperar aquella pieza de la estabilidad estancada
que, aunque oliese a monotonía, era la barca en aguas mansas que me mantenía a
flote. Puede
que huyendo de mí, o de lo que había a mí alrededor, me perdiese. A veces
huimos sin saber de qué ni de quién, pero el instinto se activa y nos hace
alejarnos de aquello que ya no sentimos del mismo modo que siempre. Me
perdí, y hoy trato de encontrarme en otras ciudades, otras plazas con otras
risas de niños, otras calles con personas diferentes en cada esquina. Huyo de
mí, de lo que soy, de lo que fui y voy en búsqueda de lo que seré mientras tapo
la herida que dejó el paso del tiempo en forma de puzle incompleto, con esa
herida abierta que busca una pieza que le encaje.
Demasiado
contacto, pero poca profundidad
Simples devoradores de tiempo y
sexo, en eso nos hemos convertido, seres que quieren sentir algo,
independientemente de la calidad, en el menor tiempo posible. No tenemos tiempo
para sentir, pero malgastamos todo el tiempo que nos falta en buscar a esa
persona con un reloj de arena sentimental con la misma poca cantidad de arena
que el nuestro. Debe ser complicado soportar los instintos salvajes de
devorarnos entre las piernas, y ahí nos quedamos, en lo primitivo de un “aquí
te pillo, aquí te exprimo”, y tras beberse el jugo ya no queda nada más que una
piel sin pulpa del amor que aprovechar, porque ya nos la hemos consumido de un
trago ante la falta de sed, dejándole vacía por dentro. No sabemos dosificar
los tragos, bebemos a lo loco y mal, y después andamos por ahí con la boca seca
y el corazón acartonado. Si dosificamos y calamos, en vez de devorarnos y
rozarnos, podremos sentir como nunca más tendremos sed.
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