Antes huíamos juntos, y hoy huyes de mí.
Ya no recuerdo cuando fue la primera vez que dije que sería la última vez que te escribiría. Pero cuando empiezas a escribir algo grande en una página, en vez de pasar, intentas continuar escribiendo en los bordes y los espacios que quedan entre las líneas, llenándolo todo de letras, de “bah’s”, de palabras que saben a tinta mezcladas con dolor, y ya no eres capaz ni de leer las palabras bonitas que te dediqué. Pero por mucho que tache todo lo que te llegué a escribir es imposible olvidar todo lo que vivimos. Siempre dijimos que intentaríamos hacerlo lo mejor posible por si algún día nuestra historia terminase guardar un buen recuerdo de ella, y que al recordarla solo fuésemos felices. Pues bien, a mí solo me hace feliz recordar aquellas tardes que pasábamos en tu casa, tirados en el sofá, sin decir nada porque ya se lo decían todo nuestras manos y nuestros labios. Me hace feliz pensar en las huidas, en las escapadas que hacíamos sin planificar. Cuando te mandaba un mensaje y t...