Clavícula de aperitivo.
Amor es cuando estoy duchándome, y apareces de repente en mi casa, con la copia de llaves que te tengo confiada para que entres cuando mis padres no estén y que llegues por sorpresa, sin que te espere, y entonces me esperas en el sofá, y salgo con la toalla anudada en la cintura a saludarte, y te mojo un poco la ropa, los labios al besarte, y me dices que recién duchado es cuando estoy guapo de verdad, que qué me apetece esta noche para cenar, que si pedimos unas pizzas o las hacemos nosotros mientras nos comemos a mordiscos el cuello y los hombros, toda la clavícula, de aperitivo, entre tanto que se calienta el horno. Y te miro a los ojos, diciéndote que mejor las hacemos nosotros, que lo que hacemos juntos siempre sale a la perfección, y te susurro al oído que eres mi lluvia, que siempre que pasas un rato por mi vida lo dejas todo empapado de amor y de ganas de más. Y cenamos. Preparo la mesa para la ocasión. Dos velas rojas en los vértices centrales de la mesa y un poco de pétalos esparcidos. Y me miras ahora tú, y me dices que esa camisa azul me queda genial. Y te digo que a ti te queda genial esa sonrisa que no se va nunca de tu rostro. Y después nos refugiamos debajo de la manta tumbados en el sofá, cambiando de canal, sin encontrar nada interesante, porque teniendo nuestros labios a disposición de regalarnos unos cuantos besos, dime, ¿que hay más interesante que eso? Y me pides que nos durmamos abrazados en el mismo sofá, tu apoyada en mi pecho y yo abrazándote. Me propones que vayamos a pasear sobre las hojas caídas de este frío otoño cuando amanezca, que te apetece llegar caminando al puerto y perderte en aquel faro que, en su rotación, ilumina el punto concreto en que te gustaría perderte algún día conmigo. Y me dices que me ponga ese gorro de lana que tanto te gusta, y a ti te propongo que te pongas ese jersey que me hace perder el sentido cuando lo llevas puesto. Y te duermes, y antes de dormirme yo me quedo observándote un rato, despacito, recorriéndote lento, aprendido a saber que escondes detrás de cada latido. Y es entonces, cuando incluso estando dormida sonríes quizá porque sabes que estás entre mis brazos, y en ese momento es cuando me doy cuenta de que somos eternos. Y me duermo.
Perfecto. Ojalá algún día...
ResponderEliminarOjalá. Si no habrá que comprarlo. No se puede uno ir de aquí sin probar eso.
EliminarJoder, que entrada más perfecta, te juro que al final llore con ella. Enhorabuena, tener eso es perfecto, sin duda lo mejor del mundo :)
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