Éramos más dolor que felicidad


Lo nuestro era tan profundo que terminamos por ahogarnos a nosotros mismos. Una noche, en la que no pudimos coger el sueño tras el mejor sexo del último lustro de reproches, nos pusimos a contar ovejas y terminamos por contarnos las cicatrices que nos hicimos el uno al otro, y ahí nos dimos cuenta de que éramos más dolor que felicidad. Cuando nos levantamos de la cama al día siguiente sonó como se descomponían todos los pedazos que habíamos ido acumulando bajo la escusa de una nueva oportunidad. Finalmente, decidimos irnos a comprar tabaco para quemar lo que nos quedaba de vida en las caladas de otras bocas. Fue imposible encontrar el equilibrio en la mirada floja de alguien que te mira diciéndote que ya no queda amor dentro de ella, y al perder el equilibrio ya nada sostenía los pedazos que permanecían unidos por seguir viéndonos cada mañana amanecer, y  escuchar ese sonido a roto que nos daba la oportunidad de intentar mejorar el desastre cometido.
Brian Aguilar.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Ganadora de un ejemplar de "Me dolía la garganta de callarme esto"

Somos.

La rutina de vivir en el caos.